FUENTE.: DIARIO SUR
La conmovedora historia de la fidelidad de esta podenco hace que no le falte comida ni mimos de turistas y trabajadores del lugar. Una perrita abandonada aguarda desde hace años la llegada de su dueño
Chorizos, leche calentita, los mejores dulces y mimos y
caricias de turistas. Cualquiera diría que no le falta nada a esta
podenco sin nombre que desde hace más de cuatro años forma parte del
paisaje montañoso que rodea la A-45 tras pasar el Puerto de las Pedrizas
dirección Antequera. Sin embargo, ella echa en falta lo más importante,
su dueño, al que muchos creen que espera desde entonces en el mismo
sitio que la abandonó.
Su historia sorprende tanto como la de Canelo, un perro
de Cádiz que falleció atropellado tras pasar doce años en la puerta de
un hospital esperando a su dueño sin saber que éste había muerto después
de acompañarle muchos días al centro y esperarle en la puerta mientras
se hacía la diálisis. Su fidelidad le valió el nombre de una calle y una
placa en la tacita de plata. O la de Lobi, al que el Ayuntamiento de
Archidona levantó una estatua hace dos años y medio después de conocer
que este otro ejemplo de fidelidad canina había acudido a diario durante
tres meses al cementerio para permanecer junto a la tumba de su amo
después de haber seguido el séquito fúnebre hasta el camposanto, de
donde el sepulturero lo expulsaba cada día. Como Canelo en 2002, Lobi
murió atropellado en 1949 por un vehículo.
Temor por la perra
Los trabajadores del Restaurante La Dehesa esperan que la
perrita no fallezca de la misma manera que Canelo y Lobi, aunque lleva
bastante tiempo coja probablemente por un accidente. Desde que su dueño
la abandonó en la zona, la podenco cruza de un lado a otro la A-45 por
un puente pasando del Hotel La Sierra, a un lado de la autovía, al
Restaurante La Dehesa y la estación de servicio de Repsol La Sierra,
ubicados al otro lado. Va de un sitio a otro en busca de cariño y
comida, aunque la mayor parte del tiempo lo pasa bajo una pequeña
palmera que hay junto a los aparcamientos de La Dehesa, aguardando la
llegada de turistas que la mimen y, en vano, la de su amo.
Juan Valencia y Juan Luque, dos de los trabajadores del
restaurante, están convencidos de que la abandonaron: «Si aquí no hay un
perro y de repente aparece uno es porque lo han abandonado. Eso es
seguro», apuntó Valencia. Luque, más aficionado a los canes, subrayó que
la perrita es una podenco y que probablemente su dueño fuese un
cazador. Ninguno de los dos le ha puesto nombre, pero sí que ambos han
observado a su «amiga» bastante bien durante estos años. «Es muy lista,
han intentado llevársela tanto gente de a pie como la perrera y no han
podido. Sin embargo llega un autobús de extranjeros y se pone al lado
para que la acaricien. Le han comprado bocadillos, dulces; de todo»,
narró Valencia sin salir de su asombro. Hasta un par de chorizos frescos
le pidió un día un cliente para la perra.
Además, hay quienes le llevan comida a diario, como un
lotero, que cada vez que va a La Dehesa acude con pienso o una pareja
joven que de vez en cuando le compra leche calentita en el restaurante. Y
si aún la podenco tuviese hambre, en la parte de atrás de La Dehesa
siempre tiene comida y agua. En la gasolinera La Sierra también le
compran desde patés a embutidos y allí también es una vieja conocida de
la casa, donde igualmente siempre tiene agua, señaló David Sánchez, un
trabajador de la gasolinera que aseguró que la podenco tiene preferencia
por seguir a algunos coches, quizá, apuntó, porque le recuerdan a su
dueño.