Fuente.: Diario Sur. PEDRO LUIS GÓMEZ
La sanidad pública malagueña ha entrado en la UVI. Ahora mismo está con respiración asistida, la que la mantiene agarrada a la vida gracias a la plantilla de grandes profesionales que alberga en su seno, no por la gestión, pésima sin duda alguna, de una Junta de Andalucía que definitivamente en este tema ha perdido los papeles. Inaugurar un hospital comarcal (el del Guadalhorce) con años de retraso, hacerlo cuando la fiscalía investiga el tema de las listas de espera falseadas, vender la gestión cuando las dimisiones de los responsables se suceden uno tras otro, y figurar cuando los centros de salud cierran por las tardes, cuando te dicen que hay ecógrafos rotos porque no hay personal, cuando no se cubren las bajas ni las vacaciones… Aparecer por estos lares para cortar la cinta de cualquier cosa con este bagaje es cuanto menos osado. Aquilino Alonso no se está cubriendo de gloria ni mucho menos al frente de la Consejería de Salud, y menos respecto a Málaga, la gran dejada de la mano de los dioses de la sanidad pública andaluza. Susana Díaz no puede estar satisfecha, ni mucho menos, con su gestión.
Lo mismo que los malagueños reclamaban una delegación provincial de este departamento más reivindicativa y con más soluciones: Begoña Tundidor, por su indolente gestión fue recompensada con su ‘salto’ al Congreso de los Diputados, y perdió una gran oportunidad al no dimitir de su cargo cuando el SAS destituyó a José Luis Doña como responsable de los hospitales públicos por reivindicar mejoras para Málaga y los malagueños (claro, que si hubiese hecho eso, seguramente no estaría ahora en Madrid…). La política bien entendida como servicio al ciudadano, en Málaga en el tema de la sanidad pública está lejos de cumplir con su cometido, y si nos salvamos, repito, es por la magnífica red de profesionales que día a día encaran con las miserias de una gestión desde la Junta desacertada, sin pies ni cabeza, con unas carencias cada vez más alarmantes por los continuos recortes de los presupuestos. No hay un duro, pero encima nos quieren hacer saber que no pasa nada.
Llegas a una urgencia y te tiras horas; te tienen que operar de una hernia y te aconsejan que vayas a un seguro privado porque te puedes tirar meses; necesitas intervenciones urgentes (ya me dirán si es urgente que te restituyan el colon por ejemplo y te quiten la maldita bolsa adosada a tu costado), y hay esperas de más de un año… Eso sí, ahora vienen todos a inaugurar un centro hospitalario que llevaba años cerrado...
Pues eso, que la sanidad pública de Málaga se encuentra en gravísimo estado y no parece haber ‘manos’ y cuadros en su gestión que puedan, al menos, sacarla adelante y trasladarla a planta, y si hay temas que tocan directamente el corazón de los pacientes contribuyentes es el de la sanidad, porque aquí la Junta puede jugar con todo, pero no con la salud; que quien corresponda no lo olvide.
La sanidad pública malagueña ha entrado en la UVI. Ahora mismo está con respiración asistida, la que la mantiene agarrada a la vida gracias a la plantilla de grandes profesionales que alberga en su seno, no por la gestión, pésima sin duda alguna, de una Junta de Andalucía que definitivamente en este tema ha perdido los papeles. Inaugurar un hospital comarcal (el del Guadalhorce) con años de retraso, hacerlo cuando la fiscalía investiga el tema de las listas de espera falseadas, vender la gestión cuando las dimisiones de los responsables se suceden uno tras otro, y figurar cuando los centros de salud cierran por las tardes, cuando te dicen que hay ecógrafos rotos porque no hay personal, cuando no se cubren las bajas ni las vacaciones… Aparecer por estos lares para cortar la cinta de cualquier cosa con este bagaje es cuanto menos osado. Aquilino Alonso no se está cubriendo de gloria ni mucho menos al frente de la Consejería de Salud, y menos respecto a Málaga, la gran dejada de la mano de los dioses de la sanidad pública andaluza. Susana Díaz no puede estar satisfecha, ni mucho menos, con su gestión.
Lo mismo que los malagueños reclamaban una delegación provincial de este departamento más reivindicativa y con más soluciones: Begoña Tundidor, por su indolente gestión fue recompensada con su ‘salto’ al Congreso de los Diputados, y perdió una gran oportunidad al no dimitir de su cargo cuando el SAS destituyó a José Luis Doña como responsable de los hospitales públicos por reivindicar mejoras para Málaga y los malagueños (claro, que si hubiese hecho eso, seguramente no estaría ahora en Madrid…). La política bien entendida como servicio al ciudadano, en Málaga en el tema de la sanidad pública está lejos de cumplir con su cometido, y si nos salvamos, repito, es por la magnífica red de profesionales que día a día encaran con las miserias de una gestión desde la Junta desacertada, sin pies ni cabeza, con unas carencias cada vez más alarmantes por los continuos recortes de los presupuestos. No hay un duro, pero encima nos quieren hacer saber que no pasa nada.
Llegas a una urgencia y te tiras horas; te tienen que operar de una hernia y te aconsejan que vayas a un seguro privado porque te puedes tirar meses; necesitas intervenciones urgentes (ya me dirán si es urgente que te restituyan el colon por ejemplo y te quiten la maldita bolsa adosada a tu costado), y hay esperas de más de un año… Eso sí, ahora vienen todos a inaugurar un centro hospitalario que llevaba años cerrado...
Pues eso, que la sanidad pública de Málaga se encuentra en gravísimo estado y no parece haber ‘manos’ y cuadros en su gestión que puedan, al menos, sacarla adelante y trasladarla a planta, y si hay temas que tocan directamente el corazón de los pacientes contribuyentes es el de la sanidad, porque aquí la Junta puede jugar con todo, pero no con la salud; que quien corresponda no lo olvide.