domingo, 3 de mayo de 2015

LA HISTORIA DEL CHARE INTERMINABLE.

Fuente: La Opinión de Málaga.

"El Chare del Guadalhorce fue una promesa del PSOE en 2004 para dar respuesta sanitaria a una comarca de más de cien mil personas"

 El hospital del Guadalhorce podía haber inspirado a Michael Ende, autor de la célebre novela La historia interminable, para su argumento. Aunque el escritor se decantó por un mundo de fantasías, dragones y mundos paralelos, podía haberse fijado en la historia del despropósito sin fin del hospital, pero con viales y tendidos eléctricos como protagonistas.
Hace años que este centro sanitario acapara portadas de periódicos, programas electorales y corrillos vecinales –desde que lo propusiera allá por 2004 el PSOE–. Años de promesas sin cumplir y de falsas esperanzas para dar asistencia sanitaria a más de 100.000 vecinos. Un hospital que descargaría al Clínico, cuyas urgencias y observaciones no están preparadas para asumir a la mitad de una ciudad, ni a miles de turistas que llegan a la Costa del Sol ávidos de diversión –con lo que eso conlleva–.
Y en medio encontramos a personas que quieren que de verdad abra el hospital, aunque ya a estas alturas pueda parecer mentira. Políticos que negocian, ciudadanos que se agrupan en plataformas y periodistas que trabajan por aclarar las circunstancias de tan sorprendente historia.
El chare del Guadalhorce vino a cumplir con la necesidad de una población que necesitaba más que el clásico consultorio rural de salud. Porque estos vecinos necesitan urgencias hospitalarias, médicos especialistas y aparatos diagnósticos que alivien las listas de espera de la sanidad malagueña. Aunque muchos se encuentren a sólo unos minutos de la capital, otros lo están a casi una hora. Y en cuestión de salud, el tiempo es vital.
El centro sanitario, que ha costado más de 20 millones a la Junta de Andalucía, está situado en medio de la nada. No hay más que coger la autovía A-357 para observar cómo la moderna infraestructura acumula polvo en sus muros mientras muchos vecinos suspiran cuando la ven, tan cercana y lejana a la vez, por la ventanilla de sus coches.
Se trata de un hospital que cumple con las necesidades de la zona, pero que incumple con las realidades de tal edificación. No hay transporte público proyectado hasta el mismo. Tampoco hay carretera –aunque dicen que en ello están– Eso sí, le sobran pacientes. Tres años después de la conclusión de la obra, el centro sigue cerrado una década después de la promesa electoral (debía haber abierto en 2007, según prometieron entonces).
La carretera de acceso al centro sanitario lleva diez meses ocupando páginas en este periódico. La Junta de Andalucía anunció hace justo un año que ese mismo verano se iba a recepcionar el hospital y, poco a poco, a equipar. Después de esto, la responsabilidad cayó, directamente, sobre el Ayuntamiento de Cártama. Tras porfiar su alcalde, Jorge Gallardo, exponiendo que el presupuesto municipal no estaba preparado para asumir un proyecto tan faraónico –de 230.000 euros–, se topó con el recordatorio de un convenio en el que la parte municipal se comprometía a ejecutar la conversión de la vía de servicios y convertirla en carretera de acceso al hospital, amén de la luz.
Y como ya se sabe que las cosas de palacio van despacio, y que la burocracia lo complica todo, hasta el mes de marzo no han recibido la autorización para habilitar dicha carretera, aunque ahora haya nuevos argumentos que han postergado su construcción que, de momento, no tiene fecha.
Lo sorprendente de este asunto es que tanto el Ayuntamiento como la Junta están en manos de un mismo partido, el socialista. Si aún compartiendo siglas los políticos no se ponen de acuerdo, la pregunta es la siguiente: Si el 24 de mayo Cártama cambia de alcalde, ¿este hospital no abrirá nunca? Quizás la respuesta esté en que tampoco lo haga aún continuando el PSOE.