Los tubos que recogerán los residuos de Cártama y Alhaurín el Grande deberían desembocar en una depuradora que no existe aún o en otra que está al límite de capacidad.
FUENTE.: DIARIO SUR
Han permanecido más de seis años guardados en el cajón y
ahora que empiezan a hacerse realidad resulta que su eficiencia no va a
estar ni mucho menos garantizada cuando entren en servicio. Ésa es la
paradoja de los colectores que se están construyendo para canalizar las
aguas residuales de Cártama y Alhaurín el Grande a fin de evitar que las
mismas dejen de verterse a ríos y arroyos de la cuenca del Guadalhorce
sin ningún tipo de tratamiento. Las obras, impulsadas por la Junta de
Andalucía, arrancaron hace unas semanas con un presupuesto de 8,6
millones de euros y un plazo de ejecución de diez meses. Hasta ahí todo
bien, pero las dudas surgen cuando llegue el momento de ponerlos en
marcha.
El proyecto contempla la creación de una tubería de 25
kilómetros que llevará la carga contaminante hasta el río Campanillas,
desde donde conectaría con otro colector para acabar en la futura
depuradora prevista al norte del aeropuerto y que está concebida para
dar servicio a buena parte del área metropolitana de Málaga (Alhaurín de
la Torre, Alhaurín el Grande, Cártama, Torremolinos y las barriadas de
Puerto de la Torre, Churriana y Campanillas). El problema radica en que
la construcción de esta planta, que requiere una inversión de unos 60
millones, no entra en los planes de la Consejería de Medio Ambiente ni a
corto ni a medio plazo pese a que el proyecto lleva dos años redactado.
La explicación es que, en estos momentos de escasez económica, hay
actuaciones más urgentes, como llevar el saneamiento a los pueblos del
interior. La consecuencia es que la carga contaminante que generan los
vecinos de estos dos municipios acabaría igualmente en el río
Guadalhorce, con la única diferencia de que lo haría mucho más cerca de
la desembocadura.
Solución temporal
Desde el Ejecutivo autonómico apuntan que la solución
«temporal» que se contempla hasta que la tercera planta de Málaga (EDAR
Norte) entre en servicio es que estos caudales pasen por los filtros de
la depuradora del Guadalhorce al considerar que, pese a que ya da
servicio a la mayor parte de los 600.000 habitantes de la capital y a
los de Torremolinos y Alhaurín de la Torre, también tendría capacidad
para la aportación extra de unas 40.000 personas más.
Una posibilidad que desde ya se encargan de descartar en la
Empresa Municipal de Aguas (Emasa), que gestiona la estación. «Es
imposible meter una gota más». Así de contundente se muestra el gerente
de la entidad dependiente del Ayuntamiento de Málaga, José Luis
Rodríguez, quien recalca que la construcción de la nueva infraestructura
«se plantea precisamente para descargar la del Guadalhorce, que ya está
al límite». Lejos de quedarse ahí, el gerente de Emasa va a más al
añadir: «Resulta poco razonable iniciar las obras de los colectores de
Cártama y Alhaurín el Grande sin comenzar las de la EDAR Norte, cuyo
plazo de ejecución duplica, al menos, el de los colectores, salvo que se
pretenda trasladar el vertido prácticamente hasta nuestras puertas,
con el agravante de que desaparecería el poder depurador propio que
tiene el río desde esos municipios hasta la capital».
Pese a la postura radicalmente contraria de Emasa, en la
Junta siguen viendo viable esta alternativa, asegurando que «habría que
ponderar la situación exacta de la depuradora del Guadalhorce». En
cualquier caso, afirman que deben ser los ayuntamientos de Cártama y
Alhaurín el Grande los encargados de negociar con el de Málaga para que
sus aguas residuales sean tratadas en la capital antes de llegar al mar.
Eso sí, a cambio del pertinente canon.