martes, 2 de octubre de 2012

Libertad con cargos para el detenido por el incendio de la Costa

La jueza de Coín que instruye el caso le imputa incendio y homicidio imprudente

FUENTE.: DIARIO SUR ENLACE

 El hombre detenido por el incendio de la Costa del pasado 30 de agosto ha quedado en libertad con los cargos de incendio y homicidio imprudente. El arrestado, que ha declarado esta mañana ante la jueza de Coín que instruye el caso, tendrá además que comparecer en el juzgado los días 1 y 15 de cada mes. Además, la juez le ha prohibido salir de España.

Las pesquisas para localizar al causante del fuego que arrasó a finales de agosto una extensión total de 8.225 hectáreas en seis municipios de la Costa del Sol y el Valle del Guadalhorce han dado por fin sus frutos. Tras un mes de investigaciones sobre el terreno, de rastreo en los registros de la propiedad y de tomas de declaración a testigos y vecinos de la zona, un hombre ha sido detenido por su supuesta implicación en este suceso y esta mañana pasaba a disposición judicial. El arresto se produjo ayer en Alhaurín el Grande, según ha podido saber este periódico de fuentes vecinales.
El joven, al que al parecer se le imputa un presunto delito de incendio forestal por imprudencia grave, se dedicaba a cuidar una finca ubicada en el entorno del paraje de Barranco Blanco, en Coín, donde se iniciaron las llamas. La investigación conjunta que han llevado a cabo el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia civil y de la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF) del Plan Infoca ya resolvió que el origen del siniestro fue una poda en unos árboles ornamentales (y, por tanto, no agrícolas), que se prendieron en una fogata con el objetivo de eliminar los restos.
Los informes de sendos cuerpos planteaban como principal hipótesis de origen una negligencia, al haberse realizado una quema de rastrojos en el interior de una finca al pie de la ladera del cerro Alaminos, y junto al carril denominado Charco del Infierno. En este lugar, los especialistas encontraron varias pruebas, entre otras, trazas vegetales de plantas de tipo decorativo tales como adelfas, cipreses, palmeras y jacarandas, «con los que -cita textualmente el estudio del BIIF- se había realizado una hoguera, que al ser abandonada todavía incandescente, propició que se propagara el incendio en dos frentes, hacia el norte en dirección a caseta Alaminos, y hacia el oeste por Barranco Blanco».
El documento de la Brigada especifica que aquel fatídico día las condiciones meteorológicas suponían una «alerta extrema» de peligro de incendios, dado que la temperatura superaba los 37,6 grados; la humedad relativa se encontraba en un 18% y el viento de terral alcanzaba rachas de hasta 34 kilómetros por hora. Se cumplía así la regla de los «tres treinta»: más de 30 grados de temperatura; menos del 30% de humedad relativa y más de 30 kilómetros por hora de viento, «que marca un contexto muy desfavorable en caso de incendio».
Investigación
todavía no se habían terminado de sofocar las llamas cuando los especialistas en investigación forestal ya se encontraban sobre el terreno, tratando de determinar el origen y la causa del siniestro, el más grave de cuántos han afectado a la provincia en veinte años. El punto de ignición estuvo claro desde el primer momento, y tampoco tardó en localizarse la fogata con las podas donde todo había comenzado. En cambio, más difícil ha resultado recabar las pruebas materiales y los testimonios necesarios que permiten situar de forma fehaciente a una o varias personas en ese lugar y a las mismas horas en las que saltó la primera chispa. Para ello, han sido necesarias varias inspecciones sobre el terreno; el cotejo de decenas de testimonios y la localización de todos los datos acerca de la titularidad de esas fincas y de las personas que tenían vinculación con las mismas.
El incendio que se originó el pasado 30 de agosto en Coín calcinó 8.225 hectáreas de seis municipios de la Costa del Sol, por lo que está considerado el más devastador a efectos ecológicos desde el ocurrido en la Serranía de Ronda en 1991. Además de causar la muerte de una persona (un ciudadano alemán) y heridas graves a otras dos, fue necesario el desalojo de 6.500 personas y se registraron daños en un centenar de casas diseminadas, de las que al menos una veintena resultaron calcinadas (algunas con un alto valor patrimonial).
  CIFRAS DEL DESASTRE6.500
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